una mano sobre tu rostro,
sin cabellos ni restos de sueño,
me quedaré con la imagen en las manos
hasta que el resto de la mañana intente borrarlo.
Esa mañana en que despiertes
-puesto en mi palma como fotografía-
ese instante, impreso y leído,
tu ser,
habrá de quedarse
aunque la mañana intente borrarlo.
El resto de la mañana
puede desdibujarnos,
el resto del día
que sea infinito,
el resto de nosotros
contigo.
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