miércoles, noviembre 28, 2007

Desapego

Ya había preparado
especias y sahumerios
para sobrevivir
tu no presencia,
había marcado con vidrios
en el calendario
decisiones y voluntades,
dejé escrito sobre el agua
todo lo que quise que supieras
entre tus piernas
subiendo hasta tu boca,
pero no he podido,
y no sé si pueda
con tu silencio.

He tomado paliativos
contra la espera,
para no arrastrarte conmigo
ni perseguir tu distancia,
incendié las naves
y dejé que el viento
cayera sobre mi derrota,
pero el alba es amarga
y la noche disforme,
ahí mi soledad
se apea,
se afea
y sonríe.

Esta mañana te he visto
con toda mi miseria entre las manos:

Una palabra rota
en mis ojos desde que te deseo,
una voz anclada en las manos,
tu nombre, tal vez,
una brújula que no te pertenece.

Esta noche me he visto
a tu lado desnudo:

No hay nada que respirar,
no somos nadie.

domingo, noviembre 25, 2007

To fade inside you

Estar dentro de ti,
desconocida, amiga,
desmoronarme,
presenciar tu derrumbe,
su líquida ceniza.

Sostener tus caderas,
su travesía
de barco a la deriva
bajo trémula marea,
perder la brújula
presenciando relámpagos,
y del relámpago
nosotros luz, la fuerza
astillada, feroz.

Un nudo en el cuerpo,
el tuyo mis amarras,
tus brazos, cruz,
tus muslos desmesura,
vértigo abismo
donde transita
un látigo, disparo,
cegado, seco.

To fade inside you,
like a word, like a bird
in the middle of the evening,
as fog in the hands.

Lleguemos desbandados,
humedecidos, agrios,
déjate caer
hasta la última gota,
because we don't need
any language
pour comprendre le plaisir,
pour feel lo inevitable,
pour fulfill us slowly,
por still and steal,
you und mir
only.

jueves, noviembre 22, 2007

Deseo

¿Qué es el deseo?, ¿qué lo constituye?, ¿adónde nos lleva?, ¿desean lo mismo hombres y mujeres?
Estos apuntes de vuelo, iniciados originalmente como un proyecto sin rumbo determinado, es decir, desde un inicio supe desde dónde despegar y qué rutas de vuelo seguir, pero aún no es tiempo de aterrizar.
Durante estos días he reflexionado acerca del deseo (no pregunten por qué, eso está claro). El deseo, como acto, es violento. El deseo, como pensamiento, ilusión. Uno comienza deseando aquello que carece, pero que conoce. Se empieza por una suerte de sed vacilante que puede confundirse con el amor. Aquí me detengo porque, para seguir avanzando en el tema, hay que tener muy claro que son dos cosas totalmente distintas. Con esto no quiero decir que no se pueda desear y amar al mismo tiempo, por supuesto que es viable. Sin embargo, los seres humanos -y en especial en ciertas culturas y tradiciones como las latinoamericanas- suelen confundir el deseo del cuerpo del otro con el deseo de sentirse amado por el otro.
Una vez aclarado este punto, doy rienda suelta a una serie de ideas y desatinos que he tenido en los últimos días. Para comenzar, ¿qué es el deseo?, ¿qué sensación nos produce? No hay que negarlo, todos hemos sido víctimas -y victimarios- de esta lengua que soborna y quema al cuerpo. Es como sentir que toda la sangre corre en dirección opuesta, una sensación de espadas cayendo por la nuca, la interminable cólera que nos arrastra y empuja hacia el otro, y ahí vamos, atravesando sus desiertos, agonizando una y otra vez. Nuevamente pregunto, lectores: ¿qué es el deseo? Es, a mi parecer, aquello que necesitamos del otro, aquello que le rogamos y le exigimos al otro, aquella locura y trémula sensatez de sentirse vivo, porque el deseo invita a vivir, a vivirnos, a presenciar al otro.
El deseo nos lleva irremediablemente a la obsesión, a la frustración o al desembocamiento de fuerzas incluso desconocidas a nosotros mismos. Hablo de obsesión en un plano donde el deseante no se plantea otras vías de desear sino sólo una, se ciega a sí mismo, se habla a sí mismo, arma y juega con sus ideas en un círculo que no se atreve a abrir a nuevas posibilidades, en este caso el deseante no se vuelve más que una víctima de su propia incapacidad de comprender al deseo. De frustración hablamos cuando el deseo se queda en el pensamiento, en la idea y, por consiguiente, en la ilusión. El deseo para que exista, para que respire, debe ser pensamiento y acto. Si el deseo se estanca en el imaginario inerme de la timidez o la prohibición, la ilusión pronto muta a desilusión, por tanto se ve frustrado, lo que conlleva a la ira con uno mismo. El desembocamiento del deseo, a mi parecer, es lo más sano de los tres puntos. Es un círculo. Esto significa que es una mezcla de idea (donde comienza el deseo, la fantasía) y el acto (el llevar o intentar llevar el deseo a una realidad táctil). Todos hemos fantaseado con el otro o los otros que nos rodean. En este punto, es preciso mal parafrasear a Milan Kundera. En su libro "La insoportable levedad del ser", explica que por la calle uno puede ver y desear a los otros, es normal, es un acto común, eso es un deseo cualquiera. El deseo del amor es distinto, es querer dormir junto al otro. ¿Por qué dormir es más íntimo para Kundera y para muchos otros seres humanos? Porque el acto sexual es durante la vigilia (o eso quiero pensar, ya que he escuchado otras historias interesantes donde alguien se duerme y el otro aprovecha el momento), y durante la vigilia es posible defenderse, uno tiene la posibilidad de acariciar o de herir al otro. Durante el sueño no sucede lo mismo, si bien es un pacto con el otro compartir la cama o donde sea que se duerma, durante el sueño no hay medio posible de defensa. Es decir, uno está terriblemente indefenso ante el otro. El otro puede disponer de uno, y aquí está ese pacto que no se dice pero sí se aprueba de cerrar los ojos junto a otro. Cerrar los ojos, no mirar a nuestro alrededor, ya supone un soledad hacia nosotros mismos. Porque el abrir los ojos, mirar lo que está cerca, lo que está lejos, es acariciar las cosas, acariciar al otro sin que lo sepa. Ahora bien, el cuerpo descansa, de sí mismo y de los demás durante el sueño. No hay mecanismo de defensa ante una posible agresión. Esto, a mi parecer, es lo que explica Kundera en dos o tres líneas en su novela.
Los hombres desean y las mujeres también. Sin embargo, la educación hace que estos deseos, de ser simples ideas, pasen al acto de manera totalmente distinta. En una serie de misivas con un gran amigo de Ecuador, me afirmaba algo que no había podido expresar con mis propias palabras. El asunto en cuestión, el deseo. En resumen, las mujeres deciden cuando salir, cuando pasear, cuando besar, cuando tener sexo, cuando acariciar, pero también deciden cuándo abandonar. Es decir, la mujer tiene una capacidad de decisión en materia erótica, que no sólo la concede nuestra actual sociedad sino la historia, porque la mujer sacrifica más que el hombre cuando decide relacionarse. Esta capacidad de decisión le da poder a la mujer (no nos meteremos por el momento en cuestiones religiosas, que influyen muchísimo en este aspecto, según lo que se profese, además de que esos temas, al que suscribe, le provocan roña y mareos agudos).
Los hombres insisten, se acercan, buscan, hallan maneras de tender redes hacia las mujeres. Es complejo determinar hasta qué punto la mujer realmente decide. Para fines de este intento de ensayo, hablaremos en términos sencillos de que los hombres arriesgan más, pero si el lance sale bien, es decir, si "ligan" o la mujer cede a las pretensiones masculinas, éstos últimos no sacrifican nada.
He aquí lo importante: Mientras unos arriesgan, las otras sacrifican. Si alguien no está de acuerdo, es validísimo y me gustaría saber su opinión al respecto. Si a alguien se le ocurren más cosas entre hombre y mujer, favor de decirlas. No abundo por ahora en el tema ya que tendría que hablar de mi propio yo, y no sería muy sano ni para mí ni para el lector.
En conclusión (por el momento), el deseo se vuelve una metáfora de nuestras fantasías, y el acto, poderlo llevar a cabo, una búsqueda parecida a la sed y al naufragio, la soledad y la luz.

miércoles, noviembre 21, 2007

Poema para día lluvioso

Poner fin al deseo,
volver pájaro en perro,
hacer que una piedra ame,
hablar mordido.

Detener al deseo,
bajarle los calzones
a las estrellas,
saber de furia y mierda,
pero también
serena lejanía.

Que nadie toque
ni perturbe mi puerta,
que nadie venga
con rosas, nalgas,
ni nada que no sea
una canción,
un sueño viejo,
o una palabra honesta.

domingo, noviembre 18, 2007

Oración para tres

No mentiré,
más que tu compañía,
tus besos, manos, pies,
echo de menos
la taza de café,
tus labios cerca,
asomándose.

No mentiré,
no dejarás que mienta,
fuimos en la cocina
y de la noche
amantes monosílabos,
únicos, monocordes.

No mentirás,
testigo fui
de ciega desmesura,
tus dudas, desamores.

No mentirás,
no dejaré que mientas,
atestiguaste
mi dolor, mi abandono,
yo te ofrecí
todo y nada, la sed
con su terrible náusea,
tú me ofreciste
lid, perdonar,
pan sin promesas,
guerra sin tregua,
tempestad y naufragio,
el hoy y su después,
el pasado mañana
indeciso, pospuesto.

No mentiré,
ya volverás.

martes, noviembre 13, 2007

De madrugada

Aquellos tiempos
que supimos llorar,
se han ido, corazón.

Hacia la madrugada
presiento tus caderas
y el largo olvido
que transita tus manos,
un violín por tu espalda
se abre a un llanto,
como si la piel
tuviera aliento,
y no sólo supiera
su idioma de caricias,
porque el deseo
ha encendido tu cuerpo
bajo la más amarga
de las premisas,
donde no ama uno, dos,
sino de tres la muerte
y sus bellas aristas.

De noche llegas
pero ya no te espero,
ya no persigo.

Hacia la madrugada
he visto encender
tus horizontes,
hemos bailado
como pájaros
describiendo el oleaje,
porque bajo tu aroma
y en picada
el asalto a tu cuello,
exquisita la guerra
volcánica y eléctrica.

Hacia la madrugada...
Sólo tu cuerpo.

jueves, noviembre 08, 2007

Ejercicio I

Que te escribo, volcando tus palabras,
los sonidos del cuerpo, tu tristeza,
y no estoy convencido, ligereza
como paz, como pan, y sin amarras.
--
Y escondidas, a punto de ser garras,
con disfraz de alegría o de pereza,
no me queda otro miedo, ¡qué entereza!,
¡qué bravura!... Resaca, falsas farras.
--
Acabemos con esto, en tu cama,
desgranemos el mundo, seamos vida,
avancemos eróticos la llama
--
que nos hunde, que invita, que asesina;
Ya desnuda, no digas que la que ama
bajo sábanas tristes es mi amiga.

domingo, noviembre 04, 2007

Ahora

Para ti me preparo,
Para pasar
Tranquilo tu abandono.
No pienso retrasar
Tu partida, tu adiós.

Mejor dame la mano
Pero sin besos dentro,
Sin contratos dispuestos,
Que estamos dando
El hoy, el cada día.
Puede que la distancia
Nos vuelva todavía
Aún más hermosos,
Perfectos monstruos
Que se encontraron
Con toda su miseria,
En un ahora
Donde ya simplemente
Se fosiliza
Desde el encuentro
Tu bienvenida,
Y al mismo tiempo,
Tus parques, la canción
Bajo tu cuerpo.

Para ti me preparo,
Para soltarte, amiga,
Pienso pasar
Ahora tu abandono
Sabiendo que sí existes.