Intento poner los acentos en las palabras correctas
para que halles una manera de alertar este vacío.
Siempre estuvimos sujetos a este nudo que nos hicimos,
la cantina donde olvidaste que jugabas a ser Penélope,
la cocina que miraba con sus cucharas y sus platos
tus manos blancas y sus jadeos.
Nuestro tiempo nunca fue nuestro,
aunque a veces amanecí atorado en tus jamases.
Paso de bruces y aún me asombro de no amarte,
aún me asombro cuando peinas tu mediodía,
y ahí, del otro lado y nocturno, enciendes mi agonía.
Lo sabes, he perseguido esa aurora que se hartó de esperar,
esa calle que de noche se parece más a mí,
llena de pasos y árboles desnudos,
hojas que brillan de pisarlas
y hojas que en su incendio han bebido
hasta pronunciarte.
En el claro de agua que acontece tu voz
despierto llagado para recibirte todavía,
y muy al sur del agrio fondo de nuestro nudo
aún sobreviven a nosotros los relámpagos de octubre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario