Que te escribo, volcando tus palabras,
los sonidos del cuerpo, tu tristeza,
y no estoy convencido, ligereza
como paz, como pan, y sin amarras.
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Y escondidas, a punto de ser garras,
con disfraz de alegría o de pereza,
no me queda otro miedo, ¡qué entereza!,
¡qué bravura!... Resaca, falsas farras.
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Acabemos con esto, en tu cama,
desgranemos el mundo, seamos vida,
avancemos eróticos la llama
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que nos hunde, que invita, que asesina;
Ya desnuda, no digas que la que ama
bajo sábanas tristes es mi amiga.
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