martes, noviembre 13, 2007

De madrugada

Aquellos tiempos
que supimos llorar,
se han ido, corazón.

Hacia la madrugada
presiento tus caderas
y el largo olvido
que transita tus manos,
un violín por tu espalda
se abre a un llanto,
como si la piel
tuviera aliento,
y no sólo supiera
su idioma de caricias,
porque el deseo
ha encendido tu cuerpo
bajo la más amarga
de las premisas,
donde no ama uno, dos,
sino de tres la muerte
y sus bellas aristas.

De noche llegas
pero ya no te espero,
ya no persigo.

Hacia la madrugada
he visto encender
tus horizontes,
hemos bailado
como pájaros
describiendo el oleaje,
porque bajo tu aroma
y en picada
el asalto a tu cuello,
exquisita la guerra
volcánica y eléctrica.

Hacia la madrugada...
Sólo tu cuerpo.

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