martes, mayo 29, 2007

Aprendiendo idiomas (el oído)

Entran desnudos
al oscuro tunel
pronunciado.

Al principio se acedan
en su concha,
señores solitarios.

Bajo su sonora mirada,
amanecen sus sílabas
cuidadas.

Lloran confundidos
en su claustro,
prisión ciega.

Y un día,
como quien descubre
que el otro del reflejo
es sí mismo,
permanecen desnudos
con iluminados faros:
como agua
brotan las palabras,
copulan indefinidamente,
se fosilizan.

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