El día de mi muerte será soleado y violento,
lejos de este país seré mi dios y mi diablo.
Cantarán rayados los árboles en su claridad,
no tengo miedo.
El silencio,
única voz esgrimida por mi cuerpo.
Que sea vacío y no luto,
que por los versos acuda mi recuerdo.
Que haya niños y pájaros,
que todas las manos que busqué me olviden,
que nadie ondee su adiós.
No más argumentos o disonancias,
no más cuentas ni reproches,
sólo un día soleado y violento.