Saluda el viento
las palmeras al sol deseadas,
ya tus pies alejaron los mares,
no más el peso diurno
que tus pies adornaron
en Sitges.
El verano fue ausencia
aunque estuvieras presente,
cada escalón, cada paseo marítimo
fueron el diario de una despedida.
Ahí estabas,
aparición o espejismo oceánico,
tus ojos armando los horizontes,
tus manos cantando su adivinanza.
Te vi marchar un día claro,
habité desmoronado en tus ojos
mientras hacía señales de esperanza,
realmente me ahogaba.
Nos dimos paz y la paz se marchó contigo.
Tu silencio es un Mar en el Norte
que reconozco pero no conozco.
Desde que te fuiste
el mal agüero de las gaviotas,
esa sucia conspiración de los palomares
y el vértigo de hacer lo que quiera
aunque ya no quiera nada.
Habré de escribir
en la piel del mar
el amor que no llegué a tenerte,
y al oído del sol
pronunciaré en tu lengua
que debemos partir.
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