a los entresijos de lo pronunciado,
te dejo las murallas, los cañones,
me pertenece el asedio
y su infinita y agria pólvora,
el amasijo de sangre y jazmín.
La conquista fue sólo un episodio,
árbol que continuamente se reinventa
al tiempo que se marchita.
Fue así como hace tiempo
he relegado las bayonetas
para mejores combates,
sólo para descubrir
que seguimos descarnados
en nuestro señorío solitario.
Anda, mi momento pasó
como tierno verano
tras una estatua ruina,
ya sólo, sin manos,
persigo tu bandera,
tu herida.
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