se desgasta contra si mismo,
abandonado contra los relojes
o trazado por latidos campanarios.
Por si páginas blancas
sobraran a la nostalgia,
inscribiría estos girones
asombrados
como zurcos,
para que conozcan
de mis llagas las palabras.
No insistiré,
ante los naufragios
no hay remedio,
tampoco ante la felicidad.
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