He encriptado salada agua
a un valle aguamarina
como un glaciar descorazonado
bajo el nivel del mar.
Súbito parpadeo agitando
su profundidad derretida,
estrecho paso que alberga
en su presente su pasado.
Sucede el hundimiento,
innombrable ahogado
sin capitán ni amar(ras).
Inaccesible tormenta,
brumoso litoral que al alba
muestra la piedra del marinero.
Cerremos las puertas aguamarinas,
en sus aguijones pupilas,
trenzado prisionero.