oscura luz sin lastre huérfana, y tras ella
cifrado el delirio sin boca que recorre mudo
tus indómitos bajorrelieves a galope sin que lo sepas.
Acaso un gesto de apaciguado rencor bajo la mesa
y los dedos aciagos en su escozor clandestino,
ebrio silencio que amenaza tras el trago que permenezcas,
que inmóvil permanezca la duda, y con la duda
la posible saciedad marina que a mi lado amanezcas.
Acaso hemos contado solitarios esos pájaros vueltos diamantes,
la noche caía en copos,
el reloj marcaba la última llaga apetecida,
enumeramos todas las posibilidades: quédate.
1 comentario:
Me gustó este poema. El final lo tiene todo. Me gustaría mucho que salieras en el blog de devra. Si te apetece estaría chido me enviaras unos poemas. Buen poema. Saludos.
Publicar un comentario