Para Jordi Piu por lo compartido
el silencio de las calles es deliciosamente aterrador
no hay perros que ladren
sólo los pasos de uno mismo mojando la calle
y el piso iluminado de amarillo
Quietud
Realizas que como en la mañana
estás solo
irás a dormir solo
despertarás solo
y así
en un círculo arácnido
y a veces
los pies abandonan su ciego claustro
se desnudan con otros pies y adquieren incendio
cuarteto de compartida soledad
y ya no es una
sino dos realidades diluyéndose
bajados los pantalones
y con ellos imantadas caricias
la noche desciende súbita
al café matutino seguirá la lluvia
la bufanda el frío uno mismo
nadie verá el instinto de tigre
zarpazos gemidos sin luz ni memoria
habrás de ir medio completo
sin medallas ni arrepentimientos
sólo habrá el miedo permanente a la vuelta
el rechazo al regreso y su hoz
la funesta hora de los aviones y sus pasajeros volátiles
volver será una condena necesaria
será un castigo por una bolsa de valores al alza
una graduación sin laberintos ni embajadas
recordatorios que hay que morir cien veces
y que no importa el lugar ni la ciudad que escoges
sino todo se simplifica a las personas que conoces ahí
y las experiencias que vives con ellos,
el epígrafe grupal para tus últimos días
los momentos que en una edad de oro
jamás volverán
Barcelona, España. 11 de Febrero de 2010.