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Al alba y sin mapa de por medio,
sobre trémula geografía,
el descenso volcánico
hasta la vendimia abrupta
y su líquido grito.
Ahí,
donde oscurecen agrios
y no hay dioses.
Allí,
a la deriva
y sin carne.
Aquí,
estrangulados y vencidos.
··
Después,
los que ya fueron,
han de hallar barro
desde el recuerdo,
donde una noche entreabierta
palidece su mundo,
y no es sino la piel
-y no la memoria-,
invocada palabra
y amor con los muertos.